Con frecuencia oímos a los alumnos, sobre todo en secundaria, preguntarse, quejumbrosos, ¿para qué sirven las matemáticas? Esta queja no es banal, y tiene un origen claro: es habitual encontrarse con profesores o modelos de enseñanza incapaces de infundir la afición por esta asignatura, desde su comprensión práctica y acercándola a nuestra realidad.
La solución a este problema, tan apegado al día a día de las aulas, es lo que ha sido premiado, de algún modo, este año con el Nobel de Economía. Los ganadores, los profesores universitarios y matemáticos Alvin E.Roth y Lloyd S.Shapley, han recibido el prestigioso galardón por su aplicación práctica de hipótesis matemáticas como la teoría de los juegos, popularizada por «Una mente maravillosa«, la adaptación al cine de la biografía no autorizada de John F. Nash, uno de sus creadores y también premiado con el Nobel de Economía en 1994.
La pregunta básica a la que responde la teoría es ¿quién consigue qué y por qué?, es decir la asignación de recursos limitados a un número determinado de individuos. Para entenderlo, recordemos, como se planteaba en la citada película, cómo y con qué probabilidad se formarían parejas entre 9 individuos, teniendo en cuenta esa variable de pares (4) contra impares (5). Esa misma teoría es aplicable a la forma en que se reparten recursos limitados, como aulas, alumnos, profesores y horas lectivas en un centro educativo, de modo que se optimice y se aprovechen al máximo espacios, profesionales y bienes limitados como el tiempo.
La Universidad, la Educación y asignaturas como las Matemáticas, no son papel mojado ni teoría inservible. Son útiles a la sociedad y fundamentales para resolver problemas en nuestro día a día. Por eso se hace fundamental que los profesores sepan trasladar su utilidad a los alumnos; les ayudará a tomar interés por estas ciencias, y darles un uso práctico. El primer paso, el reconocimiento institucional, ya está dado ¡hagamos el resto!

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