Una vez más, se vuelve a hablar de cuál es el mejor método de aprendizaje en la educación de nuestro país: por competencias, por proyectos, por repetición; pero para que sea posible una enseñanza global en mayúsculas, no podemos dejar de lado la salud integral del estudiante que consta de 3 factores esenciales: el ejercicio físico, una alimentación sana y la gestión de las emociones.
¡Qué difícil poner nombre a éstas últimas!
Los educadores han tenido que buscar de qué manera los niños y niñas puedan expresar cómo se sienten.
Conocidos son los cuentos de los monstruos, que a través de los colores, los niños pueden indicar sus miedos e inquietudes. El role play o el emoteatro son otras alternativas que también les permite expresar sus sentimientos, de manera que los especialistas puedan detectar posibles alteraciones emocionales.
La detección es clave, pero también la prevención
En el colegio, los docentes hacen un trabajo excelente, pero una vez que detectan algún trastorno, es cuando tenemos que recurrir a otros especialistas. Estos expertos, a través de coaching, mindfulness o sesiones con psicopedagogos, ayudarán a los estudiantes a trabajar dichos aspectos, con el objetivo de sentirse mejor y alcanzar un aprendizaje óptimo.
Solemos asociar gestión de las emociones con etapas más tempranas y es también en esta etapa cuando las nuevas tecnologías empiezan a ganar terreno, adquiriendo un peso que les influenciará durante su crecimiento y se incrementará en la adolescencia, pudiéndoles llevar directos al aislamiento con consecuencias sociales graves.
En Japón, este fenómeno, ya tiene un nombre Hikikomori que cuenta ya con más de 1.200.000 personas afectadas. Los hikikomori crean un mundo virtual alrededor de ellos. Se aíslan, se cierran en ellos mismos y no desarrollan habilidades sociales. En España ya existe también este fenómeno, que se ha visto incrementado por la pandemia. La detección rápida es vital para poder ayudarles.
La familia, los valores, y sobre todo el trabajo de nuestros especialistas, docentes, psicólogos, educadores permiten una educación completa. Una vez más, tenemos que dar importancia al trabajo en equipo, porque la familia es un pilar fundamental, pero no el único.