La adolescencia para muchos chicos no es fácil. Muchas veces hay  un sentimiento de vivir en un mundo en el que no acaban  de encajar. Están  llenos  de interrogantes,  ¿Quién soy?, ¿Para qué estoy aquí?, ¿De qué me va a servir lo que hago, para qué…?  Y parecen no encontrar  las respuestas que los convenzan. En ocasiones vemos como suelen culpabilizar “fuera” (padres, profesores…),  lo que no pueden encontrar “dentro” de ellos mismos.

Ésta es la etapa en la que los jóvenes se están reafirmando como individuos, es la transición de la niñez a la edad adulta. Atraviesan situaciones confusas que a veces, los adultos de su alrededor y hasta ellos mismos, les cuesta aceptar. Están descubriendo el mundo al igual que a ellos mismos. Todas estas vivencias emocionales originan cambios, como en su manera de dar y recibir afecto dando la sensación de no querer saber nada de besos, abrazos…pero esto no significa que lo rechacen ni tampoco que lo necesiten menos sino que lo quieren vivir de una manera diferente que hasta ahora, pero no olvidemos en ningún momento que nos siguen necesitando.

Reforzar los valores de los jóvenes en la adolescencia les ayuda en su desarrollo personal y emocional

Los padres viven todas estas situaciones con cierta inquietud y quieren afrontarlas  lo mejor que saben y transmitirles valores que los influyan de manera positiva.  Es importante recalcar que los jóvenes aprenden los valores de casa por lo que somos y hacemos,  no por lo que decimos  ser o hacer. ¿Cuántas veces queremos que hagan lo que nosotros no pudimos hacer? Pero, ¿Qué es lo que realmente quieren ellos?

Adoles

Hay que hacer equipo como familia, yendo en la misma dirección a través de la comunicación, la confianza y el compromiso mutuo. No es tarea fácil pero tampoco imposible ¿Cómo nos hubiera gustado vivir nuestra adolescencia, ¿Cómo nos hubiera gustado que nos hablaran, que nos hubiera gustado qué nos dijeran…? Quizás ahora, a través de nuestros hijos, se nos regala la oportunidad de darles o decirles aquello que nosotros echamos de menos y que hoy, pensándolo bien,  creemos que las cosas podrían haber sido diferentes.

Tenemos que llegar a aceptar a los hijos tal  como son, cada uno diferente.  Si los juzgamos duramente correremos el riesgo de que se alejen,  buscando esta aceptación “fuera” y a cualquier precio, o de que entren en rebeldía que no es más que una llamada de atención del tipo: ¡Mírame, acéptame…no me juzgues!, alejándose en búsqueda de “pertenecer” para ser “alguien”.

Hasta ahora la familia lo era todo para ellos pero en estos momentos necesitan más. Necesitan salir, ir con amigos, descubrir cosas…están en plena búsqueda de su identidad. Hay que dejarles que vayan siendo independientes y responsables,  pero al mismo tiempo que sientan que los padres están ahí.

Como decía es una etapa difícil para muchos,  pero también es  hermosa y apasionante.  Acompañémosles con amor y  comprensión.  Con normas justas y claras. Comuniquémonos con ellos para ayudarles a que reconozcan sus valores y creencias y se conozcan, así sabrán entender su comportamiento y hacia dónde quieren ir, aceptándose  para que el día de mañana sean adultos responsables y seguros de sí mismos.

Por: Ana Saborido,  personal life coach.